La gulupa, la uchuva, la granadilla, la pitahaya y los frutos secos como el marañón pintan a Colombia una nueva oportunidad para diversificar sus exportaciones. Tanto así, que en 2021 el país ha elevado en 21% la venta de estos productos al mundo. Forbes cuenta el plan para que las frutas sean la nueva joya del país hacia el mundo; una verdadera revolución agroindustrial.
Para llegar a Puerto Carreño desde Bogotá hay pocas opciones: un trayecto de 20 horas por carretera, a través de la aerolínea Satena –que tiene dos vuelos diarios–, o un vuelo chárter privado que dura dos horas. Una vez se aterriza en el aeropuerto de la capital del departamento del Vichada (el mismo departamento cuya existencia desconocía el candidato Rodolfo Hernández), hay que transitar en carro otra hora para llegar al que sería uno de los principales cultivos del marañón que tiene el país y que promete ser otro de los productos que está llamando la atención del mundo.
Con el fin de construir la primera planta de procesamiento de marañón de Colombia en Puerto Carreño –que fue lanzada en julio de este año y tuvo una inversión de $3.000 millones–, Sara Beltrán, gerente general de Marañones de la Orinoquía, cuenta que compraron la mayoría de implementos a las ferreterías de la zona para apoyar a la comunidad, pero también por los costos y dificultades que hay para transportar cosas hasta esa parte del país. También cuenta que si no se hubiera inaugurado una planta de energía hace poco en la zona, la planta tampoco podría funcionar.
Pese a la poca conectividad y las dificultades logísticas, por un crédito del Banco Agrario y la visión de Sara y otros empresarios, Colombia tiene ahora su primera planta de procesamiento de marañón, con la que busca competirle a Brasil, India, Costa de Marfil, Ghana y Vietnam, que son las otras naciones que tienen cultivos de este fruto y son líderes en la exportación.
“El 98% del marañón que se consume en el país es importado y nosotros tenemos todas las condiciones para producir una nuez de muy buena calidad. Las tierras de la Orinoquía son perfectas para eso y la idea es que con esta planta podamos llevar el marañón colombiano a más países del mundo”, cuenta Beltrán desde la plantación de más de 600 hectáreas en el Vichada, con la que esperan llegar a 1.000 hectáreas de siembra en los próximos años.
Marañones de la Orinoquía nació hace seis años y surgió como una respuesta a una necesidad y a una oportunidad que vio Sara y su familia hace al menos una década en esa zona del país, que pocas veces aparece en medios de comunicación o figura en el imaginario de los colombianos.
“Vinimos a visitar la zona y vimos la gran cantidad de ventajas que tiene el ecosistema en el departamento; y como soy vegana conozco al marañón como una alternativa nutritiva y que, por ejemplo, su cáscara puede ser utilizada hasta como combustible aeronáutico”. Ahí, hace 10 años, nació la idea y hoy podemos decir que tenemos las herramientas para que se convierta en un producto de exportación”, dice Sara entusiasmada mientras vamos en un bus que nos llevará a la inauguración de la primera planta de procesamiento de marañón de Colombia.
Aunque para la empresa la exportación de ese fruto seco todavía no es una realidad, Marañones de la Orinoquía planea aumentar a 14% su participación en el mercado nacional de esa nuez y su objetivo, como explica la empresaria, es que las exportaciones les representen próximamente al menos unos 600.000 dólares en ingresos.
Este superalimento, como lo llama uno de los expertos que acompañan a la empresaria en la presentación de la planta, tiene un gran potencial de crecimiento y exportación, pues muy pocos países logran encontrar las condiciones adecuadas para sembrarlo. “Nosotros compramos de la India la maquinaria para instalar la planta y las personas que vinieron a supervisar el proceso quedaron muy impresionados por la calidad de la nuez y su sabor. Es único”, relata la gerente de Marañones de la Orinoquía.
Artículo original de Forbes Colombia
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